3 sept 2017

La casa de la araña - Paul Bowles

Fez, Marruecos, a mediados de los 1950s. Amar es adolescente que nunca ha querido estudiar y que ha ido abandonando uno tras otro los trabajos que su padre le ha conseguido. Su familia es humilde aunque él aún recuerda un pasado acomodado cuando era pequeño. Pertenecen a una dinastía de hombres santos, así que son muy religiosos y respetados en su comunidad. De hecho el joven, a pesar de ser analfabeto, se deja guiar en todas sus acciones por los preceptos del Islam, mostrando una madurez y sensatez sorprendente. John Stenham es un escritor estadounidense que reside también en Fez y forma parte de la exclusiva colonia europea que habita dicha ciudad. Uno de sus amigos británicos le invita a comer junto con otros extranjeros y allí conoce a Mme. Veyron (de soltera Polly Burroughs), una atractiva turista norteamericana que sorprende a todos no solo por viajar sola, sino por haber decidido hacerlo en un momento tan conflictivo, con los nacionalistas del partido Istiqlal en lucha abierta contra la ocupación francesa para lograr la independencia de su país. Las vidas de Amar, Stenham y Lee se cruzarán en un café justo antes de que los disturbios se recrudezcan. Asistiremos entonces a un despliegue de puntos de vista sobre la situación social y política del país, en donde cada uno de los protagonistas mostrará detalles sobre la realidad de Marruecos que se adapta a su propio bagaje e intereses personales, sin que nadie tenga toda la razón y ninguno de ellos esté equivocado por completo.

Un poco por haber estado en el lugar adecuado en el momento correcto, Paul Bowles logra que La casa de la araña sea un excelente documento histórico de la lucha de Marruecos por la independencia. Por eso y por ser un buen escritor, por supuesto, que si lo escribo yo vete tú a saber lo que resulta. Los tres enfoques recogidos en la narración plasman a la perfección las diferente formas de ver la vida que coexistían en el país durante el protectorado francés. Por un lado, un rechazo visceral e incondicional al progreso en tanto en cuanto supone una afrenta al modo de vida tradicional del islamismo. Tenemos también la idea de rechazo a cualquier tipo de intervención en otras culturas para promover su modernización. Y por último, quizás el más alineado con el pensamiento occidental, se rechaza a la opresión pero se quiere mantener el progreso por suponer mejoras sociales y económicas. Y lo curioso es que personajes que en principo pueden ser tan contrapuestos como Amar y Stenham compartan una misma opinión, si bien fundamentada en motivaciones totalmente diferentes.

No cabe duda de que estamos ante un impresionante texto costumbrista que muestra una forma de vida anclada en la Edad Media que está siendo llevada a empellones hasta el siglo XX. El libro está repleto de descripciones, demasiadas diría yo. La ciudad, las calles de la medina, las plazas, los cafés, los mercadillos,  los alrededores de la ciudad, las huertas, las montañas, los ritos y fiestas islámicas, etc. Es obvio que Bowles era un experto en el tema y desde luego su inclusión en la narración no resulta forzada por más que me hayan parecido excesivas. En cualquier caso van perfectas para que los lectores aterricemos de lleno en una época en que el turismo no estaba masificado y todavía tenía ese aire glamuroso y exclusivo de que lo hacía accesible solo a los acaudalados. También es verdad que hay muchos personajes de poco peso, cuya súbita desaparción te hace pensar por qué han llegado a ocupar páginas. En definitiva yo no he terminado de ver un argumento consistente, me da la impresión de haberme asomado a la vida de los protagonistas en una época convulsa. Ellos han hecho lo que han podido para salir bien parados en momentos tan difíciles, pero no hemos asistido al desarrollo de un conflicto. Uno espera, no sé, una madre asesinada por las fuerzas de ocupación, una turista tomada como rehén y torturada por los nacionalistas, un escritor obligado a enfrentarse a todo lo anterior y a elegir entre la vida cómoda en un hotel de primera o su idílica percepción de la subdesarrollada existencia en Marruecos. Pero bueno, si nos paramos a pensar la vida también nos puede llevar por los caminos que expone este autor en su obra. A pesar de tanto inconveniente, he de reconocer que la impresión general es bastante positiva y me lo he pasado muy bien leyéndola. Tenéis más reseñas en Mediterráneo sur y Libros y viajes.

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