11 abr 2018

El vampiro argentino - Juan Terranova

En un curso alternativo de la historia en el cual el III Reich ha ganado la II Guerra Mundial (renombrada por los vencedores como Gran Guerra de Emancipación), Argentina se ha convertido en uno de los grandes bastiones del gran imperio nazi en Sudamérica. Su importancia como motor de la economía y centro de producción industrial es incuestionable. En un Buenos Aires contaminado y opresivo, a tan solo unos meses del inicio de la celebración del Bicentenario de la Independencia (2010), aparecen asesinados dos mandos intermedios de las SS y un meteorólogo. Las condiciones en que han quedado los cuerpos son muy poco comunes y vinculan las tres muertes entre sí de inmediato: los cadáveres tienen varias perforaciones limpias en el cuerpo y la sangre ha sido extraída casi en su totalidad. El SS-Hauptsturmführer Víctor Bravard, de baja del servicio activo por una herida de guerra sufrida en un atentado de las guerrillas en la frontera con Paraguay, es retirado de su sinecura en un ministerio y reclutado por la inteligencia militar del Reich para solucionar el caso al margen de las investigaciones de la Kriminalpolizei. Dadas las peculiares características de los crímenes, sus investigaciones derivarán pronto hacia el mundo del esoterismo. Requerirá entonces los servicios de Santiago Wasserman, un antiguo científico cuyos experimentos de parapsicología le pusieron en el punto de mira de las autoridades de Reich. A sus más de setenta años, Herr Wasserman, cínico y descreído, sobrevive en los suburbios bonaerenses como trabajador forzado de la construcción.

Ésta no es la primera novela que se desarrolla en un contexto ucrónico ideado a raíz de una hipotética victoria de las potencias del Eje en la II Guerra Mundial. Sin ir más lejos, que yo me haya leído están el archifamoso título de Philip K. Dick, El hombre en el castillo, y el bestseller de Robert Harris, Patria. El vampiro argentino tiene la originalidad de concebir los elementos de historia alternativa en el cono sur de América, algo que sin duda aporta frescura en un subgénero que suele ser marcadamente anglosajón. Por otro lado, Juan Terranova acierta de lleno al extrapolar la situación de colapso medioambiental y agotamiento de combustibles fósiles que conocemos de nuestra realidad. Para terminar con las reglas del juego, los elementos distópicos propios de la que que podría haber sido una organización goepolítica instaurada por el nazismo son bastante coherentes: una burocracia omnipresente y paralizante, una brecha social descomunal, existencia de grupos  terroristas antifascistas, un estado opresor asfixiante, etc.

Toda la puesta en escena me ha parecido espectacular, muy acertada. No obstante lo que el escritor argentino desarrolla es en realidad una novela negra y de misterio que es muy entrenetida, no seré yo quien lo niegue, pero que también me ha parecido irregular en su exposición. Para empezar hay vaivenes en la acción que no tienen mucho sentido vistos en perspectiva. También ocurre que las deducciones propias de la investigación no se revelan adecuadamente al lector, a resultas de lo cual los hallazgos clave se perciben como golpes de intuición del protagonista. Se agradece eso sí que no tire de tópicos del género, y el capitán Bravard no fume, ni beba y ya puestos, tampoco coma carne. Tal y como cabe esperar, este último rasgo de personalidad viene inspirado por el supuesto vegetarianismo de Hitler, cuando lo cierto es que hay bastante controversia al respecto y más de un historiador descarta que el Führer dejara de comer animales. De todas formas se trata de una cuestión que forma ya parte de la cultura popular y va a ser bastante complicado erradicarla del inconsciente colectivo. Hay eso sí un capítulo con sexo gratuito que resulta forzado si tenemos en cuenta la soledad y ascetismo que la muerte por accidente de Érica, su mujer, ha causado en el carácter de Víctor. De todas formas podemos encajarlo sin problemas en la argumentación anterior de 'vaivenes en la acción sin mucho sentido'.

A pesar de todo, como entretenimento puro y duro está muy bien. La lectura es ágil, algo que facilitan los abundantes diálogos. Por más que la novela habría ganado mucho estando mejor planificada, los elementos sobrenaturales y de ocultismo la hacen muy atractiva. También una revisión rápida por algún editor con buenos conocimientos de alemán nos habría evitado algunos errores garrafales cuando se incorporan términos en ese idioma. Porque ya que te molestas en introducir palabras y frases en la lengua de Goethe para darle credibilidad a la narración, tampoco cuesta tanto hacerlo bien. En general cuanto más compleja es la expresión que aparece, más probabilidades hay de que sea correcta. Sin embargo un simple sustantivo aislado que aparece puntualmente puede aunar errores de gramaticales y ortográficos a la vez. El caso más flagrante es el de Käpitan (sic), en lugar de Kapitän, que se debe repetir más de cincuenta veces a lo largo de todos los capítulos. Tenéis más reseñas en Lecturalia y El Imparcial.

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